Boletín de Caritas arciprestal
Villaviciosa
Aporofobia
El pasado mes de octubre se organizaba en una diócesis
colombiana un Congreso sobre pobreza y tolerancia y al obispo del lugar se le
ocurrió acudir al mismo disfrazado de “pobre”. Accedió sin que nadie se lo
impidiera y probó a ir sentándose en distintos bancos y en todos se encontraba
con la misma reacción: quienes estaban sentados cerca se cambiaban de sitio. En
un momento dado fingió que desfallecía y se caía y nadie hizo ademán de
ayudarle. Naturalmente los asistentes eran personas preocupadas por el problema
de la pobreza, quizás en su mayoría voluntarios de organizaciones caritativas,
incluida Caritas, pero el prelado sintió en sus carnes, y así lo declaró al
final del “experimento”, el rechazo de unos y la indiferencia de la mayoría. Ni
que decir tiene que lo que pasa en Colombia pasa también aquí: una cosa es ser
solidario con los menesterosos a distancia y otra es tenerles al lado. Y una
cosa es ayudar a un pobre conocido y otra tropezarse por primera vez con un
desconocido de apariencia pobre. Por lo general, suele surgir un recelo, una
especie de muro invisible, que nos lleva a ponernos a la defensiva. En teoría
sabemos que son tan personas como nosotros y que estamos obligados hacia ellos,
pero en un primer momento parece que hay una fuerza misteriosa que domina
nuestro cerebro y se pone a generar excusas para no atenderles: ¿y si sólo es
un caradura que no lo necesita?, ¿y si le doy algo y lo gasta en vicios?, ¿y
si…? ¿A quién le apetece irse a vivir a un barrio en el que la mayoría sean
familias pobres? ¿Cuál sería nuestra primera reacción, si nos enteramos de que
llega a nuestro edificio o a nuestro barrio una familia pobre? Y digo pobre y
no digo extranjera, porque con los extranjeros ricos no tenemos esos reparos. Y
digo pobre y no digo de otra etnia, porque con los ricos de otra etnia tampoco
solemos tener reparo. Por eso hace unos años la filósofa Adela Cortina acuñó la
palabra “aporofobia” para referirse a este problema y para precisar que, cuando
a veces se habla de xenofobia o de racismo, en realidad se trata de aporofobia.
Hoy la palabreja de marras ya figura en el Diccionario.
A lo que iba: ¿te sucede algo de esto a ti, sufrido-a
lector-a?, ¿tienes a veces síntomas de aporofobia?, ¿te parece que se puede uno
curar de ese problema? Si te parece, comenta el tema con algún-a amigo-a.
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