De la Sinodalidad
Publicado el 13 / 10 / 2018
Decía no hace mucho el Papa Francisco que “el camino de la
sinodalidad es el que Dios espera de la Iglesia del Tercer Milenio”, pero en
ese mismo discurso advertía que “ese caminar juntos es un concepto fácil de
expresar con palabras, pero no tan fácil de ponerlo en práctica”. Pese a ello,
las dificultades bo deben arrugarnos ni hacernos retroceder. El “juntos
podemos”, que cacarean ahora tantos y tan variados, a tiempo y a destiempo,
puede y debe ser también consigna apropiada para nuestra Iglesia, asistida
además por el Espíritu, ¡Qué menos que recordarlo en estos días de Sínodo y qué
menos que lamentar que nuestro reciente Sínodo Diocesano haya caído
prácticamente en el olvido¡.A tiempo estamos de intentar recuperar al enfermo y
en ese intento debería jugar papel fundamental el Consejo Presbiteral. El caso
es que el mentado Consejo pasó en poco tiempo de reunirse un día u medio al
trimestre a reunirse solamente medio día. ¡No será porque no haya temas que
tratar¡. En ese intento de reanimación deberían jugar un papel no menos
importante el Consejo Diocesano y los Consejos Arciprestales de laicos, pero
los sufridos laicos ni siquiera son consultados para algo tan importante para
ellos como es el nombramiento de su párroco. Para colmo, ni siquiera son consultados
los propios curas. Y puede haber planes recién iniciados que precisen una
continuidad, puede haber razones personales, puede haber incluso pagos
adelantados por el párroco que, si es removido será más difícil que los
recupere.Quiero creer que todos los párrocos tenemos claro que somos criados de
la Viña del Señor, pero me consta que alguno se siente tratado más como pieza
de ajedrez que como criado. Ni que decir tiena que por mucha consulta que
mediare seguiríamos teniendo problemas, porque el se presta a ello, pero la
lógica dice que cuanto más sean escuchadas las partes, mejor solución
encontrará quien tiene que decidir. Probablemente se evitaría, por ejemplo, que
algunas parroquias de la diócesis hayan conocido tres párrocos estos últimos
tres años. Probablemente no se recurriría tanto a la figura de los párrocos “in
solidum”. Ya son demasiados los casos de dúos de curas que no resultaron como
para seguir tropezando en la misma piedra sin necesidad. Probablemente no se
quedaría ningún hermano presbítero fuera del “reparto parroquial” después de
llevar cuarenta y cinco años de servicio a la causa.
Probabementeen la zona de Covadonga no habría habido en seis
años seis repartoa distintos de parroquias, canonjías y curas, lo que, además
de generar una interinidad permanente, que no beneficia a nadie, parece indicar
que nos equivocamos todos años y hay que corregir rl yerro al añosiguiente.
Hablando de Covadonga, escuchando a laicos y curas, probablemente no se hubiera
suspendido la procesión de la Santina porque acudía ese día al rel sitioun
personaje ilustre. Por ilustre que sea el personaje, que se someta a los usos y
costumbres… o que escoja entre los 364 días restantes para hacer la visita.
En fin, los síntomas sel enfermo son evidentes:desánimo en
buena parte del clero y desilusión en un buen porcentaje de laicos, muchos de
los cuales “gastan” cantidad de horas colaborando en la parroquia y se
encuentran con que a la hora de las decisiones que más les afectan no pintan
nada.
No será fácil, como reconocía el Papa, pero tampoco estamos
hablando de imposibles. Lo que sí estamos hablandoes de la necesidad
perentoriade que se vean en la diócesis más signos de sinodalidad si no se quiere
que el enfermo entre en fase terminal.
Comentarios
Publicar un comentario